Si ahora os hablase de dos grandes empresas que se unen para una apuesta en común, todos pensaríamos que estoy hablando de una fusión. Pero si a esas dos empresas les pongo el nombre de Antonio y de Rocío, y cambio la palabra de unión por “casar” estaríamos ante un matrimonio.
Si hay algún jurista entre la sala, seguramente que ni le extraña esta asimilación porque ambas instituciones participan de un mínimo común jurídico, los contratos. Pero para la mayoría de los asistentes en la sala la unión de dos personas nos parece algo más de un contrato o una mera declaración de voluntades de obligaciones y derechos entre las partes, pues entre medio de este pacto se encuentran relacionados personas y sobretodo sentimientos que los afectarán a lo largo de su vida.
Hace unos 20 años que conocía a Antonio o como sus amigos tenemos el privilegio de llamarlo “Toño”, y por entonces no se nos pasó por la cabeza por un instante que este momento pudiera llegar, básicamente porque a aquellos hombrecitos imberbes veían a las chicas simplemente como algo distinto. Pero tampoco quizás viésemos cercano este momento hace ahora dos años, cuando Rocío no era más que una mujer.
Pero como dijo un gran filósofo griego “nada permanece sino que cambia”, como hoy empíricamente se puede demostrar. Y así, a lo largo de este tiempo que nos trae hasta el día de hoy, Rocío ha pasado de ser una mujer, a pasar a ser la mujer de mi gran amigo, por no decir mejor hermano.
De ambos se podría estar diciendo muchas cosas durante horas, más sin ánimo de aburrir a los que aquí se reúnen hoy, solamente me gustaría destacar de Toño, como persona que conozco desde hace tiempo que es capaz de dar lo mejor en cada segundo de tiempo que pasas con él. De Rocío, aunque la conozco desde hace menos de dos años, puedo decir una cosa bien clara, que no existe palabra en el diccionario que pueda definir sus cualidades, porque estas cualidades son tantas, que harían falta casi todos los calificativos de virtuosidad que existen el diccionario de
Con ello quiero pues demostrar que lo que hoy se esta firmando no es un mero contrato, sino que aquí hay vida, hay personas y sobretodo unos sentimientos que hacen de este acto, un acto único e irrepetible en la que el centro son los dos novios, que a partir de hoy tendrán que pensar como uno solo; creando una vida en común en la que el centro de toda ella estarán ambos hasta que así quieran o así le permita el tiempo.
Ahora comienza pues una nueva etapa en la que se os van abrir nuevos retos hasta ahora imposibles de afrontar y superar por separado, pero no tengáis miedo porque no estaréis solos puesto que ahí estaremos todos los que hoy vamos vivir este día tan esperado y feliz para vosotros.
Y sin más concluyo con unas palabras de agradecimiento por dejarme participar en este día tan especial para vosotros y también con unas palabras de deseo; puesto que os deseo para esta nueva vida que hoy comienza toda la felicidad que se pueda desear, puesto que yo hoy también soy feliz porque hoy no pierdo a un amigo y hermano, sino que gano también a una amiga y también una hermana.
Buenas tardes y buena suerte.
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